13 jul 2011

Hace fresquito, se está bien.
Mi hermano está en el FIB y mi madre ha comido hoy con unas amigas.
Solo estábamos mi padre y yo, así que no he querido dejarle solito y he dedicado mi tarde del Miércoles a estar con él.

Hemos bajado a la ciudad y hemos aparcado al lado del Retiro, cerca de donde tenía su tienda. Mi padre es modisto y sastre (Y sí, se apellida Sastre) desde que tenía 17 años. Empezó en Argentina y siguió aquí, donde se casó con mi madre y donde nos tuvo a nosotros.

Echaba de menos pasar una tarde con él, siempre tan bueno, tan agradable para dar paseos, con esa voz tan dulce y esa mirada que le hace el mejor padre del mundo. Echaba de menos que me comprase un helado en la Heladería Sienna que hay en la calle Narváez como lo hacía cuando yo tenía siete u ocho años, así que, para dejar de extrañarlo, me he comido uno. No tenían mi favorito, naranja y chocolate así que he aposado por melón con chocolate y tengo que decir que estaba riquísimo.

Después de todo eso, hemos dado un paseo por la ciudad, y me ha contado donde tuvo su primera tienda, donde estuvo a punto de comprar su primer piso... y así hablando y paseando del brazo como dos auténticos enamorados, a mi padre y a mi se nos echó la noche encima. Era hora de volver a casa.

Ahora duerme. 

Yo estoy muy, muy feliz.  Y es que, qué bien se lo pasa uno cuando tiene tan BUENA COMPAÑÍA.



No hay comentarios:

Publicar un comentario