Esta noche mientras escuchaba esto:
he escrito esto:
Nuestra casa era completamente blanca por dentro y por fuera. El suelo, el techo, las paredes, las puertas, las ventanas, todo. Vivíamos en un lugar donde los días eran tan cortos, que casi habíamos olvidado como se sentía sentir el sol en la piel. Esa fue una de las razones por las que quisimos poner todo blanco. El blanco es puro, es un color que da luz, que alegra a uno, aunque parezca mentira. Ya habíamos vivido en las tinieblas donde todo era grisáceo y no estábamos dispuestos a volver. La casa era bastante pequeña y estaba en medio de un bosque de abetos enormes y nevados la mayor parte del año. Sólo una carretera nos conectaba con el mundo del que una vez habíamos huido. Ellos no lo entendían pero, ¿recuerdas lo felices que éramos? ¿Te acuerdas de cómo hicimos de aquella casa un hogar?
A veces, cuando pienso en ello me sacude la nostalgia. Revivir las noches hablando contigo, contándonos todo lo que nos pasaba por la mente, me da la vida y me la quita a la vez.
Volver a la oscura ciudad no fue fácil. Tampoco lo fue desenamorarme o al menos intentar no seguir queriéndote.
Supongo que sí que es cierto eso de que todo lo que se va, vuelve. ¿Recuerdas que una vez nos prometimos no regresar a las tinieblas? Pues, ¿dónde te crees que vuelvo a estar? Si ya no te tengo.
Siempre caminando en círculos.
Qué estúpida.
Baby, I love you.


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