27 dic 2011

Escribo en una hoja que probablemente se pierda en menos de dos horas, encima de un triángulo dibujado perfectamente por mí cuando no soy capaz de encontrar el maldito equilibrio. 
Con la ya costumbre de escribir en mi blog, me he olvidado de coger un lápiz y escribir en un folio en blanco, pero hoy estoy on fire y tengo el bonito sentimiento de romper todas las leyes.
Es la 1.30 a.m y no tengo sueño. Mañana tengo un conciertazo y no puedo evitar estar nerviosa (por conseguir un buen sitio, he de decirlo).
La verdad es que en mi habitación se está muy a gusto y calentito. Todo está en orden. Hay una pila de ropa encima de un puff que probablemente mañana eche a lavar porque me dará pereza colgarla.
Sin embargo falta algo...yo.
Hoy no me siento para nada yo. Es como un vacío interior que me hace tener frío y dolor de cabeza.
No logro entender qué ocurre, qué pasa. 
¿Sabes? Las Navidades siempre me han hecho sentirme así. Bueno, siempre, siempre, no... Sólo desde que me enteré de quiénes eran verdaderamente los Reyes Magos, Papá Noel y el Ratoncito Pérez. Toda la ilusión se fue de golpe. Fuera del corazón de una niña de nueve años, para siempre.
Puede que me sienta así porque yo no me reúno con mi familia en Navidad o porque estoy falta de amor... (Ésto último suena un poco trágico. En verdad tengo el corazón lleno de amor las 24 horas del día, los 365 días del año).
Creo que el motivo de mi vacío interior en estas fechas es más bien lo primero. Media familia viviendo muy lejos de mí y la otra media... también lejos.
A lo que quería llegar con este lío de frases y de palabras es que necesito ciertas personas a mi lado, personas que conozco y otras que también conozco pero no tengo ni idea de cómo huelen, se mueven y gesticulan.
Por eso me paso las navidades viendo películas en las cuales la gente se encuentra sola, triste y abandonada y finalmente encuentran aquello que quieren en un país distinto o en las puertas de llegada de un aeropuerto.


Pero ya basta.
Ahora me toca a mí.
Como ya he dicho antes, estoy modo ON FIRE y se acabó esta depresión vacacional.
¡Por Dios, que tengo 16 años!




Deliramientos de Sofía a la 1.50 a.m
un martes 27 de diciembre de 2011.


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