Y fue entonces cuando supuse que la mejor opción era dejar se soñar.
Tuve que abrir los ojos.
Tuve que abrirlos por narices y chocarme contra la realidad.
Fue ahí cuando me di cuenta de que estaba completamente sola.
Una lágrima se deslizó por mis mejillas hasta llegar a mi boca.
Estaba salada, salada como el mar, salada como tu amor.
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