escribí esto:
Encendió un cigarro y puso la canción perfecta para fumárselo muy despacio, mientras pensaba en todo lo que había dejado atrás. La habitación era lo más pequeña que te puedas imaginar y en poco tiempo se lleno de humo. La luz de la lámpara estaba casi fundida y a penas iluminaba. Incluso a veces parpadeaba, como si alguien intentase hacer una foto para retratar ese momento de decadencia máxima. El humo bailaba por toda la estancia a cámara muy lenta y el mundo exterior parecía quedar muy lejos.
Las cosas no pintaban bien ahí afuera, por lo que esconderse durante los cinco minutos que duró el cigarro le permitió evadirse un poco de todo.
Todos nos hemos sentido así alguna vez y hemos tenido ganas de refugiarnos en una canción, en un libro, en unos minutos de sueño para olvidarnos de que la vida real existe y que a veces da asco.
La verdad es que cinco minutos parece una ridiculez de tiempo: "Déjame cinco minutos más". "En cinco minutos estoy ahí". "No tardas nada, en cinco minutos lo tienes hecho", pero a veces, parar y reflexionar cinco minutos nos evita caer en nuestro propio abismo. Cinco minutos encerrados en nosotros mismos, entendiéndonos, aclarándonos nos permiten abrir las puertas de nuestro propio infierno y enfrentarnos a las llamas, hasta que cesen.
That suits me well.
That suits me well.
No hay comentarios:
Publicar un comentario