Sofía y el verano

Sentí un funeral en mi cerebro,

los deudos iban y venían

arrastrándose - arrastrándose - hasta que pareció

que el sentido se quebraba totalmente –

y cuando todos estuvieron sentados,

una liturgia, como un tambor –
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé

que mi mente se volvía muda –

y luego los oí levantar el cajón

y crujió a través de mi alma

con los mismos botines de plomo, de nuevo,

el espacio - comenzó a repicar,

como si todos los cielos fueran campanas

y existir, sólo una oreja,

y yo, y el silencio, alguna extraña raza

naufragada, solitaria, aquí –

y luego un vacío en la razón, se quebró,

caí, y caí –

y di con un mundo, en cada zambullida,

y terminé sabiendo - entonces –

Emily Dickinson

Varios días a las espaldas fueron puestos en palabras de la siguiente manera mientras escuchaba esta canción en la que sería mi primera noche de verano de 2016:

A veces colapso y te colapso conmigo... y me olvido de ti y del huracán. Me siento como si mi vida se quedase quieta, como si no hubiese ningún pico que me advirtiese que sigo viva. Es entonces cuando quiero acabar con todo para ver si en la añoranza encuentro un refugio. 

Y te pierdo conmigo, y me pierdo sin ti. 

Pero te veo volviendo a mí justo cuando te he mandado lejos y solo ahí me doy cuenta de que el huracán duerme en algún lugar de mí y de que el viento está ahora soplando tan fuerte, que me despeina y me corta los labios y me pide que sean otros los que me los sanen. 

(abrazos, nuestros abrazos)