31 dic 2018

Me está costando muchísimo escribir últimamente. A la vista está que este blog está más muerto que nunca. Ya no sé ni si alguien lo lee. Pero yo siempre me paso por aquí los 31 de diciembre a hacer mi balance de año porque si no lo hago, es como que me entra el miedo a que me pueda dar mala suerte. Yo siempre tan supersticiosa. 

Hoy hace un día increíble y por primera vez en cinco años no estoy estudiando porque en este 2018 he acabado la carrera y he decidido tomarme un año sabático. Es algo que me ha sentado genial y que a la vez me ocasiona unos quebradores de cabeza increíbles. De hecho, una de las cosas más destacables de este año, es que estoy más perdida que nunca. Me propuse no hacer nada después de terminar filología inglesa para saber qué quería hacer con mi vida, para averiguar cómo me la podía ganar y la realidad me dio una torta en la cara al verme con más dudas que nunca. Pero bueno, supongo que no hay por qué liarse tanto y sí dejar que las cosas vayan fluyendo.

Y hablando de fluir, 2018 ha sido el año del "go with the flow" por excelencia. Cambia muchísimo mi concepción de estos 365 días si pienso que llevo enamorada desde febrero de mi chico que es la persona más buena de este planeta. Estar con él le aporta a mis días un 1000000000000000% de calidad, de tranquilidad y de amor. Es tan guay que se una a tu vida una persona que mejora las cosas que ya de por sí son buenas. Siento una gratitud enorme por poder caminar junto a él. ¡Te quiero mucho!

2018 también ha sido un año de pérdidas. En mayo se murió mi tío abuelo Hilario, una persona tan especial que su recuerdo nunca abandonará mi corazón. Siempre pienso que he aprendido muchas cosas de su forma de dirigirse hacia los demás; con calma, con una sonrisa y con unas palabras bonitas. Te quiero para siempre. Después en diciembre murió mi abuelita Amparo, la última que tenía. Su muerte me impactó muchísimo. Ella tenía alzheimer y parecía como si hiciese tiempo que ya no viviese... pero la muerte física es muy fuerte y te deja un vacío enorme. Nunca me podré quitar de la mente la imagen de su entierro. ¡Qué dolor! Pero ella no sufre más, y eso me reconforta. Mi abuelita, cuñada de Tito Hilario también era una persona llena de amor, de una luz inmensa. Fue una mujer fuerte, valiente y luchadora hasta el final, con un sentido del humor fantástico (y un poco picarón) y buenísima con los demás. Siempre dando todo a aquél que lo necesitaba. Te quiero muchísimo.

Qué de cosas caben dentro de un año. De este me quedo con el aprendizaje, con el saber caminar despacio por las transiciones entre una etapa y otra y con el amor recibido, que me llena tanto y me hace tanto bien. Ojalá en este 2019 siga habiendo mucho de esto último. Que todos nos sintamos amados es la única manera de poder ofrecerlo a los demás y así mejorar este mundo que a veces está tan loco pero que es tan precioso.


this 2019, set your disco diva free and... SHINE!

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