15 may 2012

IVÁN: Al día siguiente de la boda, Catalina depositó en el cementerio de San Isidro, sobre la tumba de su madre muerta, su ramo de novia y un saquito de peladillas. Yo me alejé para llorar detrás de una capilla y por la noche, en la cama, recordando en silencio este acto sobrecogedor, volví a llorar desconsoladamente. Tengo que hablar lo antes posible con Hoffermayer de mi propensión a llorar, lloro por todo, cosa nada normal en un chico de mi edad. Todo empezó, o por lo menos se manifestó claramente, la noche del cuadro blanco en casa de Sergio. Después de que Sergio mostrara a Marcos, en un acto de pura demencia, que le importaba mucho más él que su cuadro, nos fuimos a cenar al Delfín Alegre. En el Delfín Alegre, Sergio y Marcos tomaron la decisión de intentar reconstruir una relación arrasada por los acontecimientos y las palabras. En un momento determinado, uno de nosotros empleó la expresión "periodo de prueba" y rompí a llorar. La expresión "periodo de prueba" aplicada a nuestra amistad provocó en mi un seísmo incontrolable y absurdo. En realidad, ya no soporto ningún discurso racional, todo lo que ha hecho que el mundo sea el mundo, todo lo que ha sido bello y grande en este mundo, no ha nacido nunca de un discurso racional.

SERGIO: Cuando conseguimos, Marco y yo, con la ayuda de un jabón suizo a base de bilis de buey, recomendado por Paula, borrar el esquiador, contemplé el Antrios y volviéndome hacia Marcos le dije: <<¿Tú sabías que la tinta de los rotuladores era lavable?>> <<No>>, me contestó Marcos... <<No... ¿Y tú?>> <<Yo tampoco>>, dije, muy rápido, mintiendo. Aunque estuve a punto de contestar que ya lo sabía. ¿Pero podía inagurar nuestro periodo de prueba con una confesión tan decepcionante?... Por otro lado, ¿estrenarse con una mentira?... ¡Mentira! No exageremos. ¿De dónde me viene esta estúpida virtud? ¿Por qué tienen que ser tan compicadas las relaciones con Marcos?...

MARCOS: Debajo de las nubes blancas, cae la nieve.  No se ven ni las nubes blancas ni la nieve. Ni el frío ni el resplandor blanco del sol. Un hombre solo, con esquíes, se desliza. Cae la nieve. Cae hasta que el hombre desparece y vuelve a su opacidad.
Mi amigo Sergio, que es amigo mío desde hace mucho tiempo, se ha comprado un cuadro. Es una tela de aproximadamente un metro sesenta por un metro veinte. Representa un hombre que atraviesa un espacio... y desaparece.


1 comentario:

  1. aaaaay como me gusto! el final me parecio preciosisisismo.
    Eso es en santiago?
    besitos majunaaaaaaaaaaa

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